
El Consejo de Seguridad de la ONU ha aprobado nuevas sanciones a Corea, esta vez especialmente duras. Fija un límite de dos millones de barriles diarios en la importación de petróleo (o derivados) y prohíbe la importación de textiles, una de las principales fuentes de ingresos del país junto al carbón, que también está sujeto a sanciones. La pregunta es: ¿servirán esta vez de algo?
Buenas Fernando, en primer lugar, felicitarte por tu contracrónica de hoy. Realmente pienso que el formato de tu programa es singular y atractivo. En la contracrónica de hoy, y como respuesta a las palabras de algunos oyentes, has hecho referencia a tu relación de enemistad con el equipo de Federico Jiménez Losantos y su grupo de comunicación esradio. Como oyente tuyo, desearía saber las circunstancias que te llevaron a dicha situación, aparentemente de inquina personal con aquellos que presumiblemente deberían ser tus compañeros no sólo ideológica sino profesionalmente. Un saludo y reitero mi agradecimiento.
Por mi parte no hay enemistad ninguna, ni con el personal ni con la empresa de la que, por cierto, soy accionista. Simplemente soy un maldito porque el que manda allí, un tal Javier Somalo, me la tiene tomada personalmente desde hace muchos años. Como él es el que manda pues mi nombre ni siquiera aparece. Esa es toda la historia.
Las sanciones expresan reprobación y estas enésimas sanciones internacionales, China incluida, subrayan la falta de autoridad con la que Corea de Norte se maneja diplomática y militarmente. Las sanciones caen fundamentalmente sobre la calidad de vida de población, en este caso sobre una población sin herramientas de protesta, y la reacción del tirano ante las mismas será presentarlas como agresiones que justifican sus actos. Los sufrimientos de los norcoreanos dependen de muchos factores pero son esencialmente atribuibles a su gobierno, incluidos los derivados de las sanciones, que, si bien, son inútiles para cambiar el régimen, son imprescindibles para deslegitimarlo.
Un cordial saludo.