
La Diada definitiva, la antesala del referéndum y, se entiende, de la independencia se celebró ayer en Barcelona con una multitudinaria manifestación. Según la Generalidad asistió un millón de personas, según la delegación de Gobierno unas 350.000. ¿Quién tiene razón? ¿O acaso ninguno de los dos? Hagamos los números.
Los secesionistas comprometidos, los vistos en la Diada, pretenden poner en un compromiso a todos los catalanes. No el de la independencia, sino el de la legalidad. La independencia es un asunto sentimental y aventurero que consiste en jugarse la prosperidad poniéndola en manos de políticos corruptos, ineptos y sectarios a cambio de una comunión mística con la tierra. La legalidad es un asunto que consiste en jugarse la libertad y el patrimonio, rompiendo el marco de convivencia. La guerra es un asunto que consiste en jugarse la vida para persista tu forma de vida, pero de eso nadie quiere hablar. Ayer se oyó hablar a una turba de independencia y se oyó el mutismo de los catalanes ante la ilegalidad. La Diada fue el quiero y no sé si puedo de los secesionistas y fue el no sé si quiero ni si debo de los catalanes. Al resto de los españoles nos toca esperar una semanas a ver si razonan o se arroban.
Un cordial saludo.