
Lo de ayer en el Congreso fue el clásico gasto inútil de saliva al que son tan aficionados los políticos. Nada sustantivo se despachaba. El debate en cuestión se convocó para que Rajoy diese explicaciones sobre el caso Gürtel. Pero, a ver, almas de cántaro, si no se las dio al juez de la Audiencia Nacional bajo juramento de decir la verdad, ¿os las va a dar a vosotros en el Congreso donde se jura sí, pero para decir mentiras? Porque en el Congreso mienten todos, no es algo privativo de Rajoy. Hacer política es, reducido a su esencia, emplear la mentira en todas las combinaciones posibles.
Cuando era niño me llevaron varias veces de excursión al Congreso de los Diputados. La última de ellas, era yo ya un adolescente, recuerdo que nos explicaron que antes allí había un convento que en 1850 derribaron para levantar aquel mamotreto. Lo primero que sentí fue pena por el convento. Porque, claro, por feo que fuese el convento (del Espíritu Santo se llamaba) se me antojaba imposible que fuera peor que el actual Palacio de las Cortes, cuyo estilo queda en algún punto entre el panteón de un cementerio y el ayuntamiento de una ciudad de provincias.
Lo segundo que me dio por pensar fue la cantidad de trolas que se habían pronunciado entre aquellas paredes durante siglo y medio. Miles, millones de mentiras una encima de la otra generación tras generación de políticos. En aquel entonces gobernaba Felipe González, que mentía por deporte, pero la cosa no ha cambiado mucho. Rajoy miente tanto como González pero no lo hace con tanto descaro porque su temple es otro.
Su temple, por ejemplo, es decir con sorna que ha intervenido 50 veces en sede parlamentaria para hablar de corrupción y que, además, se ha tenido que comer una moción de censura. Ambas cosas son ciertas. Pero solo una parte. Ha hablado de corrupción, sí, pero no ha dicho lo que esperaban que dijese. Lo cual es completamente lógico, porque si dice lo que la oposición espera se tendría que ir. Y Rajoy no quiere irse.
La cuestión es que el formato del debate le beneficiaba. No tenía límite de tiempo mientras que sus adversarios tenían que apañarse con quince raquíticos minutos. Eso le permitió hacer como que no escuchaba nada y dedicarse a lo suyo.
A Margarita Robles, del PSOE, le sacó lo de Lasa y Zabala, un asesinato doble de los GAL de hace treinta y tantos años. A los de Podemos les sacó Irán, Venezuela y la presunta financiación irregular del partido antes y después de su fundación. A Albert Rivera no le sacó nada porque simplemente le ignora. Hace como que no existe y lo cierto es que no existe desde hace mucho tiempo.
Puedo entender que Rivera no se apunte a este tinglado montado a dubis entre Sánchez e Iglesias, pero, caray, que no salga con la parida de los dos mandatos. En España no hay mandatos. El presidente del Gobierno no recibe mandato alguno porque no es un presidente, es un simple primer ministro con otro nombre. Esto es una monarquía con un primer ministro elegido por el Congreso y nombrado por el Rey. Pero el Rey sólo nombra al que tiene la confianza de la cámara. Por esa razón el año pasado estuvimos diez meses a la luna de Valencia.
Además, Rivera lo tiene fácil. Si no le gusta Rajoy que le retire el apoyo. Pudo haber pedido su cabeza hace un año y no lo hizo por miedo a provocar una tercera convocatoria electoral y dejarse otros diez o doce escaños en el lance. Ahora que se aguante o que le apriete, pero de verdad, donde duele y no con la tontería de los mandatos.
Por lo demás, estamos como antes del verano. La verdadera oposición es Podemos, aunque, eso sí, ya muy disminuidos. No son los de enero de 2016. Pero es que veinte meses de moqueta y mullido escaño domestican a cualquiera. Han perdido mucha imaginación, y no solo para montar circos en el hemiciclo, sino imaginación política de la de todos los días. Iglesias hizo ayer seis preguntas a Rajoy. Seis preguntas como seis brindis al sol porque algunas Rajoy ni las ha contestado ni piensa hacerlo, y otras las ha contestado ya, seguramente mintiendo. Veamos.
¿Por qué envió el SMS a Bárcenas? Pues porque le dio la gana. Eso ya lo ha dicho o lo ha dejado ver en alguna ocasión. ¿Reconoce los pagos en B? Si los reconociese, querido Pablo, no estaría ahí, estaría imputado junto a su tesorero. Naturalmente que no los reconoce. ¿En qué momento se enteró de la financiación? Es que no se enteró. Según él, claro. Y ya la mundial, digna de pasar a una antología de las preguntas tontas: cuando dice que no sabía nada, ¿piensa de corazón que los ciudadanos le creen? No, no lo piensa. A Rajoy le importa un bledo lo que los ciudadanos crean, lo único que le preocupa es que le voten, cosa que siguen haciendo, entre otras cosas, porque el partido de Pablo Iglesias les da más miedo que un nublado.
Como vemos, pura retórica hueca en las cuatro bandas, mentiras, perogrulladas y damiselas ofendidas. Lo de la damisela va por Robles, aunque técnicamente no lo es, cumplió los 60 hace unos meses. Si este va a ser el tono de la temporada parlamentaria casi nos la podríamos ahorrar. Pero no, afortunadamente el mes que mañana empieza viene preñado de problemas nuevos y no de escándalos viejos pasados mil veces por el ciclostil.
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Siempre he dicho que deberian reunirse uno de cada partido cada seis meses,aprobar lo que sea y no volver por ahí hasta pasados otros seis meses.Es doloroso escucharles,aunque esto lo digo por usted,en casa estuvimos viendo algun documental en Youtube,para todo lo demas nos quedamos con este resumen tan certero que escribes aquí.
Por el parlamento anda el mandamás y los mandanadas. El primero soberbio y mentiroso, y los demás, también. Todos dicen representar a sus votantes, algo que es imposible, y dicen defender el interés general por encima de intereses personales o corporativos, algo que es falso. En el parlamento se dilucida la capacidad para mentir, insultar y traicionar con una amplia sonrisa mientras sostienen que son abnegados próceres. Todos guardan la pose pero mienten fatal. El personal no les vota porque les cree, les vota porque son la propuesta tribalista del sistema, es decir, la única opción para la ficción de decidir y la posibilidad de sentir de mandan «los nuestros». Total, que en el parlamento se citan los electos para el teatrillo. Ha comenzado la temporada de representaciones.
Un cordial saludo.
Comparar Venezuela con Siria ha sido de traca ya. Y, Fernando, se te ve la patita con tus comentarios sobre Singapur. Una dictadura pura y dura. O dictablanda, pero me da igual
No Fernando, no. Ser liberal no es decir que qué malas son las dictaduras de los pobres y qué buenas las de Singapur o alabar el «glamour» de Qatar. O sí, porque día sí y día también la imagen que dais los liberales (creo que me voy a excluir definitivamente) es que con «pasta» por medio todo vale
Por cierto, claro, como admiramos a las Oligarquías patrias de bancos y constructoras que viven del BOE, ni mención que la Banda que gobierna ha aprovechado 16 muertos para salvar las autopistas
Uhhhh!, qué miedo!, que vienen los islamistas!, que vienen los independentistas!, sacad las banderitas!, que viene Podemos y los comunistas!, Venezuela!, uuhhhh!…. y aprovechamos y regalamos unos 8.000 a los oligarcas del país, que no hacerlo sería investigar el por qué el Partido, gobernando en el Estado y en Madrid, firmó contratos temerarios con las constructoras… y sobre todo, a cambio de qué
Siento ser duro. Me gustan tus comentarios (aunque esté en desacuerdo en muchas cosas). Pero como bien dices muchas veces, hay que ser coherente.
Saludos
PD: dejo de utilizar el signo de admiración al ppio de la exclamación porque lo impuso un Borbón. En Hispanoamérica no se usa