
Lo difícil hoy en España (y supongo que también en el extranjero, aunque ahí no lo tengo comprobado de manera empírica) es que alguien te confiese a las claras que ve la televisión. Y sin embargo se mueve, sin embargo la ve. No es que lo diga yo, es lo que dicen las estadísticas. Lo dice también el mercado publicitario, en el que la caja tonta sigue reinando sin discusión posible. La tasa del penetración de este medio en España es del 88%. Es, de hecho, el medio de comunicación más popular a bastante distancia del siguiente, que es Internet (66%), y a años luz de los diarios (28%). Durante 2015 los españoles se embaulaban cuatro horas diarias de tele al día o, lo que es lo mismo, 60 días con sus noches incluidas. Este año que ahora acaba aun no se sabe pero la cosa ha debido de andar por el estilo, quizá algo menos porque la tele pierde penetración desde hace algunos años, pero lo hace muy lentamente. En los últimos cuatro años, por ejemplo, ha perdido menos de un punto porcentual, lo cual viene a confirmar la fortaleza de este medio, cuyo visionado es tan sencillo y cómodo como sentarse apretar un botón y empiezan a brotar imágenes de la pantalla.
Este año, sin embargo, han ocurrido algunas cosas que van a influir en el panorama televisivo como la consolidación de las plataformas de televisión a la carta a través de Internet. Netflix, la más famosa, aterrizó en España hace poco más de un año. HBO lo acaba de hacer y Movistar+, heredera del Canal Plus, fue presentada por Telefónica a bombo y platillo en el verano de 2015. Desde hace unos días también se puede contratar Amazon Prime Video. Una erupción explosiva de vídeo bajo demanda que tendrá consecuencias inmediatas entre cierto tipo de público porque los precios de todas las plataformas son razonables. Cuestan poco y dan mucho. HBO, por ejemplo, tiene un precio único de 7,99 euros al mes, Netflix ofrece tres paquetes, pero no en función del contenido, sino de la conectividad. El más caro de los tres sale por 11,99 euros y permite cuatro conexiones simultáneas en 4K. Movistar, por su parte, empaqueta la señal, pero con otro tipo de servicios como la propia conexión a Internet o la línea de teléfono móvil. A todo esto habría que sumar el crecimiento imparable de servicios de streaming gratuitos y universalmente accesibles como YouTube o Vimeo, que es donde están naciendo las nuevas estrellas televisivas como El Rubius y demás youtubers.
Esto, dicen muchos, es el fin de la televisión. La gente se pasará en masa a las nuevas plataformas y los actuales operadores privados, que en España son básicamente tres (Mediaset, Atresmedia y Vocento) languidecerán poco a poco hasta su desaparición. Siento defraudar a la audiencia pero no creo que vaya a ser así. Por una razón simple, el negocio de las televisiones generalistas no es fabricar contenidos, es vender publicidad, es decir, captan ojos en un primer movimiento, los clasifican por edad, sexo, lugar de residencia… en un segundo movimiento y se los venden a los anunciantes en un tercer movimiento. Si hacen eso muchas veces y contienen los costes terminan ganando cantidades mareantes de dinero, que es lo que sucede con los dos grandes operadores españoles.
Quitando a las de suscripción que, obviamente, no tiran de la publicidad pero que te exigen una cuota mensual que o pagas o te cortan el servicio, el resto necesita financiarse de alguna manera. Hacer televisión es caro y, aunque los costes de producción han bajado ostensiblemente en los últimos años, sigue siendo carísimo producir un programa, un evento deportivo, un informativo o una serie de ficción. Producir profesionalmente quiero decir, y esto no incluye a un tipo colocándose el iPhone delante para mostrar a la audiencia como ejecuta con destreza el bottle challenge para deleite de los niños de ocho años. Y es ahí donde entran las viejas damas de la industria, que saben como se financia esto. Tienen acceso al dinero y es el dinero es que paga todo lo demás. Tienen también la experiencia, el know how que se dice ahora, y tiempo suficiente para ir transformándose, que es precisamente lo que están haciendo en estos momentos.
El Mi Tele de Mediaset o el Atresplayer de Atresmedia están reventados de publicidad. Ambas cuentan con su app para los móviles y hasta han incorporado modalidades premium de pago a cambio de algunos servicios exclusivos. Esto lo van ha hacer crecer, no se de qué manera porque no soy adivino, pero la cosa irá por ahí. Si a un youtuber de éxito Atresmedia o Mediaset le ponen dinero encima de la mesa producirá para sus plataformas. Lo hará, además, encantado y de mil amores. Uno pone la cara y el talento, las televisiones el dinero contante y sonante y los espectadores los ojos. Lo mismo que antes, luego lo único que está cambiando es la distribución, que pasa de las antenas y los repetidores terrestres a la red. Resumiendo, que seguiremos viendo la televisión aunque veamos, eso sí, bastante menos el televisor.
Hola, buenos días.
La forma más eficaz para dejar de ver la TV es no tenerla en casa. Rápido y barato. De paso, reclamar la parte de mis impuestos que van destinados a ese medio de adoctrinamiento general. Quién quiera TV, que pague su coste (no solo el del aparato, sino también el coste de producción de la emisión.
Un saludo