Perú contiene la respiración

Con una ligerísima ventaja, Pedro Castillo va ganando las elecciones presidenciales peruanas de este domingo. Lo está haciendo, como digo, por la mínima. Con el 95,1% del voto escrutado la candidata de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, obtiene el 49,82% de los votos frente al 50,18% de Pedro Castillo, el candidato de Perú Libre. Apenas 60.000 votos les separan, lo que deja una fractura muy profunda en la sociedad peruana que se dejará notar durante el próximo mandato. No es la primera vez que sucede. En 2016, y tras varios días de recuento, Pedro Pablo Kuczynsky obtuvo la victoria frente a la misma Fujimori por un 50,12 % frente al 49,88 %. En aquel momento la diferencia fue de sólo 40.000 votos.

Como sucedió hace cinco años, las elecciones han sido a cara de perro, aunque esta vez la polarización política ha ido algo más lejos. Fujimori y Castillo representaban dos opciones políticas radicalmente opuestas. La primera, marcada por acusaciones de corrupción y que pasó una temporada en la cárcel el año pasado, ha conseguido concentrar todo el voto de derechas. El segundo, un recién llegado, alguien completamente desconocido hasta hace sólo seis meses, ha hecho lo propio con la izquierda. Tenemos, por lo tanto, dos grandes bloques de votantes que quieren un cambio, pero no coinciden en la visión del país al que aspiran. Fujimori apuesta por mantener las reformas que se han ido implementando en Perú a lo largo de los últimos años. Castillo quiere empezar de cero yendo a una constituyente que ponga en marcha algo parecido a una revolución que incluiría nacionalizaciones.

El resultado está aún abierto al cierre del programa de hoy. Cada voto va a contar. Perú, entretanto, contiene la respiración. Gobierne quien gobierne necesitará seguir haciéndolo.

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