
La llegada de Trump a la Casa Blanca promete cambiar el decorado en el conflicto palestinoisraelí. Trump, a diferencia de Obama, es abiertamente pro Israel y así se lo ha hecho saber al mundo. Netanyahu está encantado, obviamente, y se deja querer. El nuevo presidente de los EEUU no va a insistir en la solución de los dos Estados. El problema es que esos dos Estados no son algo tan sencillo como parece de primeras en un rompecabezas tan perfecto como el de aquella zona. ¿Qué Estados?, ¿con qué límites?, ¿qué hacer con los asentamientos?, ¿y con Jerusalén?
Puede que no sea la solución definitiva, pero el día en que los palestinos y el resto de los países musulmanes acepten la existencia del Estado de Israel, se habrá dado un paso muy grande. A partir de eso, se podrá negociar lo que haga falta, sin imposiciones a priori.