
Venezuela ya tenía el año pasado la inflación más alta del mundo. Pues bien, este primer mes de 2018 se ha disparado y alcanza ya cerca del 5.000% interanual. El Gobierno de Nicolás Maduro trata así de combatir otra de las maldiciones que él mismo ha provocado: el derrumbe de la producción petrolífera. Venezuela produjo en 2017 algo más de 1,2 millones de barriles/día, la mitad que cuando Chávez llegó al poder en 1998. Sin petróleo no hay divisas. Sin divisas no hay alimentos subsidiados. Sin alimentos subsidiados los venezolanos empezarán a morirse de hambre. Se avecina la tormenta perfecta.
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Con algo de suerte, no realizando absolutamente todo mal y no haciendo las cosas que se hacen mal todas a la vez; se pueden ir toreando los contratiempos surgidos por errores propios, aciertos ajenos y azares varios. No es el caso del régimen de Nicolás, él lo fía todo a la suerte, y a los errores ajenos, porque en lo que dependa de él, se hará todo y simultáneamente, mal.
Hace tiempo que Nicolás oye un molesto tic-tac que se va haciendo atronador, con un ritmo lento y extenuante para los venezolanos pero veloz y pesaroso para el chavismo. Nicolás teme el golpe de gracia mientras desea un golpe de suerte.
Un cordial saludo.