
A raíz de la polémica decisión del TSJ a finales del mes pasado de dejar sin competencias a la Asamblea Nacional, se ha abierto un nuevo ciclo de protestas callejeras en Venezuela. Esta vez el Gobierno las está reprimiendo con más furia que en ocasiones anteriores. Ataca a los manifestantes antes de que emprendan las marchas y la GNB ha llegado a bombardearles con latas de gas lacrimógeno desde helicópteros. La oposición venezolana no puede permitirse el lujo esta vez de ceder porque podría ser la última que tenga posibilidad de protestar.
Mientras Maduro era dudosamente demócrata, cualquiera podía loarle, ahora que es palmariamente déspota, apenas se le encuentran panegiristas. Con palabras de aislamiento y condena desde estamentos internacionales, con palabras de denuncia desde estamentos nacionales y con palabras gritadas desde las calles, no se doblega un régimen narcomilitar con policía lacaya y parapolicía política. Todo presagia que se avecinan días rojos sin garantía de que desaparezcan los días negros. Mi desazón por el futuro inmediato de los opositores al chavismo es inmenso.
Un cordial saludo.