Bielorrusia otra vez

Hace justo un año Bielorrusia fue noticia a causa de una serie de manifestaciones masivas convocadas en Minsk y en otras ciudades del país en protesta por el enésimo fraude electoral perpetrado por Alexander Lukashenko. El dictador bielorruso, apoyado sin fisuras por Vladimir Putin, consiguió salirse con la suya pero se llevó a cambio una batería de sanciones financieras por parte de la Unión Europea y Estados Unidos. Pero de nada han servido. Un año después de aquello Lukashenko ha consolidado su control sobre el país y su Gobierno es más despótico que nunca antes.

Durante este último año el régimen ha aplastado toda disidencia tanto dentro como fuera de Bielorrusia. De esto último tenemos un ejemplo muy reciente. En mayo el Gobierno bielorruso forzó a aterrizar a un avión de Ryanair que volaba de Atenas a Vilna para detener a un opositor, Román Protasévich, que viajaba en su interior. La semana pasada, Vitaly Shishov, otro activista bielorruso, apareció ahorcado en un parque de Kiev, supuestamente por agentes de la inteligencia bielorrusa. La guinda final la puso la atleta Krystsina Tsimanouskaya huyó a Polonia desde Tokio tras haber acudido a los Juegos Olímpicos como miembro del equipo bielorruso.

Este recrudecimiento de la represión ha llevado al Gobierno de Estados Unidos a endurecer las sanciones, pero Lukashenko ya ha anticipado en persona que no le importa. Esta misma semana se dirigió al país por televisión para confirmarlo. Dice no temerle a nada y estar dispuesto a sostener un pulso con todo Occidente.

En La ContraRéplica:

  • La paliza de Amorebieta
  • El caso de Ciudad Real
  • La efectividad de las vacunas

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