
Al rojo vivo, así es como se ha puesto la situación política en el Reino Unido y eso que aún ni hemos ni acabado el mes de agosto. Tenemos, por un lado, a Boris Johnson solicitando formalmente a la reina la suspensión del Parlamento hasta mediados de octubre. Por otro a la oposición capitaneada por el laborista Jeremy Corbyn cerrando un acuerdo para frenar el Brexit por la vía legislativa.
Una cosa y la otra están íntimamente relacionadas. Johnson sabe que su su plan de abandonar la UE por las bravas el 31 de octubre pasa por la Cámara de los Comunes se lo van a tirar a la cara con el mismo ímpetu con el que rechazaron el Plan Chequers a Theresa May. El primer ministro no puede permitirse una derrota parlamentaria porque tendría que irse por donde llegó hace poco más de un mes.
Todo quedaba en manos de la reina Isabel II, que dispone de una prerrogativa regia que le faculta para cerrar el Parlamento. Una prerrogativa de la que ha hecho uso suspendiendo la actividad parlamentaria durante cinco semanas, hasta el 14 de octubre. El acto final del Brexit está servido.
En La ContraRéplica:
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