El viejo reino de León

Hace más de once siglos, en el año 910, el rey de Asturias García I decidió trasladar su Corte a León, una ciudad que años antes Ordoño I había incorporado a su reino. Para entonces León llevaba ahí unos mil años. Primero había sido un campamento romano que albergó a dos legiones, primero la VI Victrix y luego, desde finales del siglo I, la VII Gemina. Tras la caída del imperio romano de occidente ese campamento ya se había transformado en un asentamiento estable. En el siglo VIII los musulmanes invadieron y ocuparon la práctica totalidad del reino godo de Toledo, pero algunos cristianos resistieron en las montañas del norte peninsular. Fueron esos cristianos los que, a mediados del siglo IX, reconquistaron León, la repoblaron y, unas décadas más tarde la convirtieron en capital de su reino que pasó a ser conocido como reino de León.

Durante más de 300 años esta ciudad, situada en la ladera meridional de la cordillera cantábrica, en la confluencia de los ríos Bernesga y Torío, retuvo la corte de los reyes de León que pronto tomaron la iniciativa e intensificaron el proceso reconquistador hacia el sur. La Reconquista, de hecho, sería incomprensible sin este reino que dio monarcas de primera fila como Alfonso VI, que reconquistó la ciudad de Toledo, Alfonso VII, que llegó a titularse como emperador de las Españas, o Alfonso IX, que reconquistó buena parte de lo que hoy es Extremadura y a quien debemos las primeras Cortes de la historia, las del año 1188.

El reino de León fue también padre de otros dos reinos peninsulares, el de Portugal y el de Castilla. El primero surgió en el año 1143 de un condado leonés, el de Portucale, que es como se conocía entonces a la ciudad de Oporto. El segundo había nacido un siglo antes, en el año 1035, cuando Fernando I de León repartió sus dominios entre sus tres hijos. A Sancho le legó el condado de Castilla que pasó a convertirse en reino independiente. Leoneses y castellanos volvieron a unirse y a separarse hasta que en el año 1230 Fernando III el Santo, hijo de Alfonso IX de León y Berenguela de Castilla unió ambos reinos para lanzarse después sobre el valle del Guadalquivir y tomar las ciudades de Córdoba, Jaén y Sevilla.

El reino de León siguió existiendo dentro de la corona de Castilla con instituciones propias hasta principios del siglo XIX. Fue entonces, tras la guerra de la independencia, cuando quedó transformado en una región. Se cerraba así un ciclo histórico que había dado comienzo un milenio antes. Entre medias León había dado al mundo una de las primeras universidades, la de Salamanca, el camino y la orden de Santiago y las Cortes más antiguas de la historia, lo que convierte a este reino en la cuna del parlamentarismo. Hoy León forma una comunidad autónoma junto a la antigua Castilla la Vieja, pero su escudo, un león rampante en color púrpura, ocupa el segundo cuartel en el escudo de España.

En La ContraHistoria de esta semana vamos a volver los ojos (y, especialmente, los oídos) hacia este reino ya desaparecido que tanta importancia tuvo en la historia de España.

En El ContraSello:

  • El origen del término «flamenco«
  • La guerra de los 80 años

Bibliografía:

1 Comment

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.