
Recep Tayyip Erdogan hizo buenas las previsiones y volvió a ganar las elecciones turcas este domingo. Lo hizo con la contundencia acostumbrada. Más de la mitad de los votos en las presidenciales (lo que le ahorrará ir a segunda vuelta) y mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. Ganó en prácticamente todo el país a excepción de la costa del mar Egeo y el Kurdistán, los dos bastiones anti Erdogan que se encuentran en polos opuestos del país y que no tienen demasiado que ver entre ellos.
A partir de ahora Erdogán contará con poderes semiabsolutos, dignos de un sultán otomano, los que le confiere la Constitución reformada por él mismo hace ahora un año. Pero, aunque tenga por fin todo el poder, aunque haya alcanzado la meta, casi la mitad de los turcos no sólo no le apoyan, sino que tienen como objetivo casi único acabar con su reinado. Para eso queda mucho, pero debería empezar a descontar que más arriba ya no puede subir.
Recep galopa hacia el sultanato a lomos de una mayoría de turcos que recelan de los turcos eurófilos de una Unión Europea, que solo es un aliado formal en asuntos capitales como Siria o el Kurdistan, y que recelan aún más de los turcos que antes que turcos se sienten kurdos con derecho a sajar el territorio. Ni los kurdos se sienten Europa ni los eurófilos pretenden trocear Turquía, así que Recep tiene temibles opositores incapaces de decir Turquía y saber cómo la pretenden. Cuando Recep habla de Turquía el proyecto es poco halagüeño, pero cristalino. Por otra parte, quienes reniegan del sultanato reniegan de la historia de Turquía en pos de fórmulas más justas pero acaso más sangrientas o míseras. Recep solo podrá consolidar el sultanato con represión y eso deslegitimará cualquier apoyo popular por mayoritario que sea. Turquía aclama hoy a su sultán, veremos cuánto despotismo es de soportar a estas alturas históricas.
Un cordial saludo.
Recep galopa hacia el sultanato a lomos de una mayuría de turcos que recelan de los turcos eurófilos de una unión europea que solo es un aliado formal en asuntos capitales como Siria o el Kurdistán y que recelan aún más de los tueros que antes que turcos se sienten kurdos con derecho a sajar el territorio. No los Kurdos se sienten Europa ni lo eurófilos pretenden trocear Turquía así que Recep tiene temibles opositores incapaces de decir Turquía y saber cómo la pretenden. cuando Recep habla de Turquía, el proyecto es poco halagüeño pero cristalino. Por otra parte, quienes reniegan del sultanato reniegan de la historia de Turquía, en pos de fórmulas más justas pero acaso más sangrientas o míseras. Recep solo podrá consolidar el sultanato con represión y eso deslegitimará cualquier apoyo popular por mayoritario que sea. Turquía aclama hoy a su sultán, veremos cuánto despotismo es capaz de soportar a estas alturas históricas.
Un cordial saludo.