
Se reunió este fin de semana en Biarritz la cumbre del G7. Como Emmanuel Macron ejercía de anfitrión decidió que esta cumbre iba a recordarse. Tenía sobre la mesa el asunto del Brexit con Boris Johnson de cuerpo presente, pero ahí Macron poco puede rascar, todo lo relacionado con el Brexit está en manos de la Comisión Europea y a Juncker no le gusta que los presidentes y primeros ministros se metan donde nadie les ha llamado.
Quedaba sacar una carta sorpresa, la de Mohamed Javad Zarif, el ministro de Exteriores persa que fue invitado a la cumbre sin que Donald Trump pudiese hacer nada para impedirlo. Semejante invitación es, en buena medida, una bofetada al presidente de Estados Unidos y al primer ministro del Reino Unido, que hacen piña en este tema y no tienen su intención de dar su brazo a torcer a pesar de que sus aliados no desean meterse en problemas. Pero no nos hagamos ilusiones. Probablemente no salga nada ahí porque el Grupo de los 7, como el de los 20, tiene una influencia muy limitada sobre el mundo real.
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