Las cuentas imposibles del rufián Montoro

Parece mentira que prácticamente en el mes de abril estén presentando los Presupuestos Generales del Estado del año en curso, pero recordemos que Rajoy gobierna por la mínima y gracias a que enfrente no tiene más que confusión. Este año es de calma electoral, no así el próximo. En poco más de un año, el 26 de mayo de 2019 concretamente, se celebrarán elecciones municipales, autonómicas y europeas. El PP salió muy mal parado de las de 2015, por lo que ya sólo piensa en no hundirse totalmente.

Poco puede ofrecer. Sus cabezas de cartel están más vistas que el tebeo y muy quemadas. La imagen que proyecta el partido oscila entre lo malo y lo peor. No han sabido siquiera aprovecharse de lo que ha pasado en Cataluña, cosa que si ha hecho muy hábilmente Ciudadanos. Les queda la acción de Gobierno, es decir, el gasto y la clientelización. Ya que no pueden seducir a los votantes con encantos al menos intentarán comprarlos.

Y es ahí donde entra el arma presupuestaria. El presupuesto es el tótem de todo el sistema. Toda la tragedia de la política se representa en torno a él. Quien tiene el presupuesto parte y reparte.

Si Rajoy consigue sacar adelante sus presupuestos (que no es seguro porque aún le falta el beneplácito del PNV) repartirá hacia funcionarios y pensionistas, entre ambos unos 12 millones. No lo digo yo, lo dijo textualmente el propio Montoro durante la rueda de prensa de presentación del anteproyecto. Subir de golpe el sueldo a 12 millones de personas sólo puede hacerlo el Gobierno.

Para eso hace falta gastar mucho más que el año pasado y ese gasto sólo puede financiarse o con subidas de impuestos o con una economía boyante. Los impuestos no van a subir, de hecho los van a rebajar ligeramente para las rentas más bajas, que es donde menos se recauda. El Estado pretende gastar este años 12.000 millones de euros más que en 2017. No todos pueden destinarse a gasto político-clientelar, una parte necesariamente tiene que destinarse a la reducción del déficit, que sigue por encima del 3% por enésimo año consecutivo.

El Gobierno quiere dejar el déficit público este año en el 2,2%, es decir, recortar 9 décimas desde el 3,1% actual. Pero 9 décimas traducido a euros contantes y sonantes es mucho dinero, unos 9.000 millones. Si las subidas de sueldos y pensiones le van a salir por unos 8.000 millones necesitará más dinero. Los números sencillamente no cuadran.

El Gobierno lo fía todo a un aumento prodigioso de los ingresos, básicamente del IRPF. Montoro, un auténtico experto en hacerse trampas con las previsiones, asegura que la recaudación por IRPF aumentará este año un 6,5%. ¿Va a crearse empleo en la misma medida? No, el Gobierno cree que crecerá un 2,2%, luego el único modo de que aumente la recaudación un 6,5% es que los salarios suban un 4% en un año, algo improbable con una inflación que ronda el 1%. De nuevo los números van por un lado y el ministro por otro.

De lo que podemos estar seguros es de que el gasto se incrementará porque andan a la desesperada tratando de no darse el costalazo del siglo dentro de un año, pero a cambio el déficit no podrá reducirse y, a la que vengan mal dadas, incluso aumentará. Eso, claro, lo veremos dentro de un año y a ver quien se acuerda de esto para entonces. En marzo de 2019 nos encontraremos a mes y pico de las elecciones, con la campaña electoral a la vuelta de la esquina y con los hijos conteniendo la respiración de puro miedo.

En periodo electoral lo último que se mira es el déficit. El gasto, además, está bien visto por la clase política y la ortodoxia a la hora de llevar las cuentas tampoco es que se lleve demasiado. Son unos vividores, eso ya lo sabíamos, pero a veces se encargan de recordárnoslo con especial insistencia.

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2 Comments

  1. Los presuposiciones para el 2018 incluyen una subida de las pensiones y los salarios públicos que es una idea fantástica para contentar a corto plazo amplios sectores sociales que votan y pueden asociar inequívocamente su bálsamo con un partido político, pero que tiene el inconveniente de deteriorar la economía del resto de la sociedad a medio plazo y de toda la sociedad a largo plazo, puesto que el dispendio se sufraga con impuestos y deuda pública. Mariano ha apostado por la promesa de un beneficio cortoplacista y ya verá cómo afrontar los inevitables perjuicios posteriores, es decir, elige meternos a todos en un lío, porque puede hacerlo, con tal de obtener alguna ventaja partidaria. Qué pereza de mandamás .
    Un cordial saludo.

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