
Ayer el centro de Buenos Aires quedó paralizado. Decenas de miles de personas se manifestaron contra Macri y su Gobierno al llamado de Hugo Moyano, un sindicalista muy poderoso que está asediado por varios pleitos. Lo cierto es que Moyano y Macri eran aliados hasta hace no mucho pero cuando el sindicalista se ha visto contra las cuerdas ha arremetido contra el presidente. Hoy están en plena guerra abierta. Con la izquierda argentina en plena travesía del desierto, protestas como la de ayer la sitúan de nuevo en el mapa. Moyano no es invencible aunque lo parezca, pero si es un tipo extremadamente duro. Lleva ahí desde siempre y ha sobrevivido a seis presidentes. Tal vez a Macri se le ha acabado la buena suerte.
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Un corrupto siente el aliento de la justicia y teme el ruido del cerrojo al cerrarse, y decide aprovechar su influencia política para politizar su juicio y amenazar con consecuencias políticas, si se le condena. Sus influenciados se agolpan para defenderle, sin más miramiento que el odio político. Cuando su corrupción quede expuesta ante todo el país, ante los suyos, que no son mayoría, solo más gritones, y ante los demás, que son mayoría, se cerrará el cerrojo y las consecuencias políticas serán que hay un corrupto menos robando.
Un cordial saludo.