
El bombazo deportivo del verano está siendo el traspaso del astro brasileño Neymar da Silva del FC Barcelona al Paris Saint-Germain. Es, de hecho, el traspaso más caro de la historia del fútbol: 220 millones de euros. A años luz de otros que ya en su momento batieron récords como el de Paul Pogba al Manchester United o el de Gareth Bale al Real Madrid. Ambos muy recientes y que rondaron los cien millones de euros.
Al parecer Neymar, que es un delantero muy resolutivo, no estaba a gusto en el Barça, donde juega desde el año 2013. El brasileño vive en cierto modo a la sombra de Lionel Messi, que es la estrella indiscutible del equipo y al que todavía queda carrera por delante. Pero, dejando a un lado las consideraciones meramente deportivas, hay un detalle en este asunto que está pasando desapercibido para la opinión pública.
El dinero qatarí ha propulsado deportivamente al equipo en el último lustro. De los seis campeonatos de Liga que exhibe en su sala de trofeos, cuatro los ha obtenido en los últimos cinco años
El Paris Saint-Germain es un equipo relativamente joven. Nació en 1970 por la fusión del Paris FC y del Stade Saint-Germain. Hoy es posiblemente el equipo más popular de Francia y cuenta con un palmarés muy brillante, pero no es propiamente francés. El club pertenece a una sociedad qatarí llamada Oryx Qatar Sports Investments, que lo compró en 2011 para convertirlo en su buque insignia.
El dinero qatarí ha propulsado deportivamente al equipo en el último lustro. De los seis campeonatos de Liga que exhibe en su sala de trofeos, cuatro los ha obtenido en los últimos cinco años. Esta temporada se hizo con el subcampeonato tras el Mónaco. Una racha triunfante que ha colocado al club parisino entre los mejores de Europa.
El fichaje de Neymar con el mareante desembolso de dinero que implica podría entenderse como el modo que los directivos han encontrado de elevar la apuesta y enjugar el fracaso liguero de esta temporada. Pero sería demasiado dinero y, además, el PSG no ha fracasado. Un subcampeonato después de cuatro títulos seguidos no es un fracaso.
En Qatar los negocios son política y la política, negocios. El fútbol es un negocio, un gran negocio de hecho, luego sus asuntos juegan en la liga de la gran política
La razón quizá tendríamos que ir a buscarla a otro lado. En Qatar los negocios son política y la política, negocios. El fútbol es un negocio, un gran negocio de hecho, luego sus asuntos juegan en la liga de la gran política. El emirato atraviesa en estos momentos un periodo duro tras las sanciones que le impusieron hace dos meses Arabia Saudí y el resto de sus vecinos. De ser el país en el que todos se miraban ha pasado a convertirse en el apestado del golfo Pérsico.
Neymar es un jugador joven y de una extraordinaria calidad, es quizá el jugador más prometedor del mundo. El perfecto estandarte propagandístico para un emirato petrolero con la cartera rebosante pero en apuros diplomáticos.
Hoy el PSG no tiene ningún jugador emblemático, reconocible a nivel mundial hasta por los profanos como puedan ser Cristiano Ronaldo o Messi. Con Neymar en plantilla Qatar puede convertir sus goles en el mascarón de proa del emirato y así alejar del imaginario colectivo los problemas que arrastra el país por la bajada del precio del crudo y, sobre todo, por la amarga disputa que se trae con sus primos de la península arábiga.
Neymar entraría dentro del apartado de relaciones públicas, de poder blando, que a veces es tanto o más importante que el poder duro
Hace dos meses Riyad acusó al Gobierno qatarí de financiar y promocionar el yihadismo. Esta acusación le está suponiendo costes directos como el cierre de la frontera terrestre o la retirada de embajadores de varios países. Hasta la fecha la respuesta qatarí ha consistido en mostrar músculo, afianzar sus lazos con Turquía y acercarse a Irán. Puede permitírselo. Cuenta con una gran reserva de divisas, una base norteamericana en su territorio y está desarrollando a gran velocidad pozos de extracción de gas natural en sus aguas territoriales, con la idea de convertirse en el mayor productor de gas del mundo en los próximos años.
Neymar, por lo tanto, entraría dentro del apartado de relaciones públicas, de poder blando, que a veces es tanto o más importante que el poder duro. Visto así cobran sentido los 220 millones de traspaso. A modo de comparación, un caza Eurofighter Typhoon cuesta unos 100 millones de euros y encargar al astillero la construcción de una fragata como la “Cristóbal Colón” de la Armada española no baja de los 800 millones de euros.
Lo que parece fuera de toda duda es que Qatar ha escogido el deporte más popular del globo como ariete propagandístico. Dentro de cinco años se celebrará allí el campeonato mundial de fútbol, a pesar de que sobre la candidatura pesan serias sospechas de corrupción como ya adelantó la prensa en su momento. Ahora, con todo en contra, el Gobierno de Tamin Al-Zani necesita más que nunca un icono. ¿Existe alguno mejor que Neymar?
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