
Nicaragua atraviesa una importante crisis política. El presidente del país, Daniel Ortega, y su mujer, la vicepresidenta Rosario Murillo, han redoblado la represión ordenando la detención de los principales opositores. Desde principios de mes la policía ha arrestado a una casi una veintena de personalidades muy significadas, entre ellos posibles candidatos a la presidencia en las elecciones que se celebrarán el próximo 7 de noviembre. Los últimos en caer han sido María Fernanda Flores, esposa del expresidente Arnoldo Alemán, y el periodista Miguel Mendoza. Se les acusa de “menoscabar la soberanía de Nicaragua”. Antes de ellos fue arrestada Cristiana Chamorro, hija de Violeta Chamorro y la principal líder opositora del país con posibilidades reales de hacerse con el poder en las elecciones.
Las detenciones han desatado las alarmas de la comunidad internacional ante lo que supone el giro definitivo hacia la dictadura personal del matrimonio presidencial. El proceso dio comienzo hace ya tres años, en 2018, con motivo de una serie de manifestaciones contra el Gobierno que se convocaron en las principales ciudades del país. Desde entonces Ortega ha ido apretando el dogal de la oposición hasta suprimirla prácticamente por completo. El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, considera que las detenciones revelan «la verdadera naturaleza de la dictadura de Ortega», mientras que el Gobierno nicaragüense ha pedido que desde el extranjero no intervengan en los asuntos internos de su país. Estados Unidos, entretanto, ha aprobado algunas sanciones, pero Nicaragua es un país pequeño y su peso muy reducido por lo que es de prever que, como sucedió en Venezuela con Maduro, Ortega termine saliéndose con la suya.
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