Perú: ni Castillo, ni Boluarte

El Congreso de Perú decidirá este jueves si da curso a la moción de censura (de vacancia la llaman por allí) contra Dina Boluarte, presidenta de la república desde el pasado mes de diciembre. La moción viene de la izquierda, concretamente de los partidos Cambio Democrático, Perú Democrático y Perú Libre, la formación por la que Boluarte se presentó a las elecciones presidenciales de hace dos años. Su antiguo partido y sus aliados no le perdonan que traicionase a Castillo tras el autogolpe que dio ordenando disolver la cámara para poder gobernar por decreto. En aquel momento los partidarios del expresidente se echaron a la calle provocando graves disturbios que se extendieron durante varias semanas por todo el país. Mes y medio más tarde los opositores decidieron pasar a la acción parlamentaria anunciando un proceso de vacancia que es el que tendrá que resolverse esta semana.

Sus adversarios (y antiguos amigos) acusan a Boluarte de ser responsable de las víctimas mortales, un total de 48, que se produjeron durante la ola de protestas que siguió a la detención y encarcelamiento de Castillo. Aparte de eso le exigen que renuncie al cargo ya que ella no fue elegida como presidenta, sino Pedro Castillo. Le acusan de querer atornillarse al cargo y de hacer un uso desproporcionado de las Fuerzas Armadas y la policía para acallar a la disidencia.

Para que la moción prospere es necesario que 52 diputados, un 40% de la cámara, voten a favor de ella, en ese caso la presidenta quedaría destituida y el presidente del Congreso le sucedería en el cargo. Pero todo indica que los opositores no contarán con esa ventaja. Por ahora tienen asegurados sólo 35 votos, muy lejos de lo que necesitan para culminar con éxito la operación. La fragmentación en el Congreso peruano juega en su contra. Hay doce partidos representados a los que hay que sumar otros 11 congresistas independientes, un puzle muy difícil de ajustar para casi cualquier cosa. En Perú conseguir una mayoría es misión imposible las más de las veces. El mayor grupo parlamentario es Fuerza Popular, el partido de Keiko Fujimori, seguido de Perú Libre, que sólo cuenta con 15 escaños. De ahí hacia abajo los partidos sólo reúnen un puñado de diputados.

Los partidos de la derecha se opondrán a la destitución de Boluarte y también algunos de izquierda. La derecha se ha constituido, de hecho, en el principal soporte parlamentario de la presidenta, que nunca se hubiera imaginado que terminaría dependiendo de los que ella consideraba sus enemigos. Pero la política peruana es tan caótica y voluble que cualquier cosa es posible. La popularidad de Boluarte está, de todos modos, por los suelos desde que juró el cargo. Dependiendo de la región, entre el 76% y el 90% de los peruanos rechazan su gestión. Algo parecido le sucede al Congreso. El 90% de los ciudadanos desaprueban a sus representantes y ocho de cada diez quieren un adelanto electoral, algo a lo que se niegan los diputados hasta, como pronto, abril de 2024.

La olla del descontento parece estar, de nuevo, a punto de reventar. Boluarte, entretanto, tratará de aguantar todo lo que pueda. Es mucho lo que tiene que ocultar y prácticamente ningún apoyo que no sea meramente circunstancial.

En La ContraRéplica:

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