Podemos revivir a un muerto

Tenía que ser en 13 y en martes, no había otra fecha mejor para la moción de censura que Podemos le ha puesto a Mariano Rajoy tan solo ocho meses después de su toma de posesión. Las prisas, ya se sabe, y a Podemos si algo le pierde es precisamente eso, la prisa. La moción no prosperará porque el PSOE ha decidido abstenerse de modo que, por un lado, tendremos un ridículo seguro ya que siempre que se pierde una moción de censura se hace el ridículo, y por otro la ocasión ofrecerá a Pablo Iglesias un día entero para exhibirse, hilvanar consignas y espero que dar un buen espectáculo. Aunque, eso sí, esta vez no lo va a tener tan fácil como en otras ocasiones.

El principal problema del reglamento parlamentario es que no va acompasado por las cadencias de Twitter. Cuando hace un mes Podemos presentó la moción la red era una fiesta con motivo del caso Lezo, que estalló en abril y alcanzó su apogeo a principios de mayo. Hoy ya nadie habla de él. Luego la cosa puede quedar deslucida y, de hecho, quedará deslucida. Iglesias tendrá que emplearse a fondo y su equipo de guerrilla internetera habrá de dar lo mejor de sí para salvar la ropa.

El problema de fondo es que hoy la información política interesa entre poco y nada. Veamos, las noticias más leídas unas horas antes de comenzar el debate son las siguientes:

En El Español

  1. Nico Abad, el gran derrotado del 10º Roland Garros de Nadal
  2. El drama del joven actor de «La estanquera de Vallecas» que murió de sobredosis
  3. Agentes de la policía y la Guardia Civil desfilarán en el Orgullo Gay
  4. Pérez Reverte niega haber escrito la carta a Ignacio Echeverría
  5. La grasa cero, un ideal tan ridículo como peligroso

Si nos vamos a El País la cosa no cambia demasiado:

  1. Si tienes uno de estos móviles despídete de Whatsapp
  2. La mujer que ha acompañado a Rafa Nadal en el 10º Roland Garros
  3. Guía para no perderse con el fin del roaming
  4. El gesto de Joaquín Sabina con Ignacio Echeverría
  5. Guardiola y la convivencia

Bien, esto es lo que interesa hoy, día de la moción de censura, a los españoles. He escogido dos cabeceras al azar pero vale casi cualquiera de cualquier punto de España. Ni sombra de corrupción, ni de crisis económica, ni de huelgas y despidos masivos, ni de indignación general. Podríamos decir que Iglesias no tiene el don de la oportunidad pero no sería cierto del todo. Pablo Iglesias tiene mucho olfato para saber de qué se está hablando y gracias a ello lleva tres años copando portadas y protagonizando conversaciones.

En este caso el problema no es suyo, el problema le trasciende. A España simplemente le ha dejado de interesar la política. Lo vemos en los medios, lo vemos en el bar, lo vemos en las oficinas, lo vemos allá donde pongamos los ojos. Las razones son múltiples y van desde la mejora de la situación económica hasta el natural hartazgo por los excesos de los últimos años en los que no se hablaba de otra cosa, especialmente en 2016 que, con sus dos citas electorales seguidas, fue la traca de fin de fiesta.

Una moción de censura es política sin adornos. Es una jornada parlamentaria maratoniana que empezará con una intervención de Irene Montero en la que entiendo que pondrá al Gobierno del PP de vuelta y media, seguida por un discurso de Pablo Iglesias dirigiéndose a la cámara como futuro presidente de Gobierno. Lo que no tengo del todo claro es si al final la pareja no se liará y terminarán intercambiando los papeles.

La cuestión, y he ahí la clave, es que conforme al reglamento el postulante no tiene límite de tiempo en sus intervenciones. Ni el postulante ni la portavoz. Es decir, que echarán la mañana en la tribuna de oradores. En circunstancias normales algo así no pueden hacerlo. El Gobierno tampoco tiene límite de tiempo, podrá intervenir cuando quiera, lo que no sé es quién lo hará, si Soraya o Rajoy. Es probable que lo haga Soraya para no otorgar al debate la altura que busca Podemos. Pero Soraya es una pésima parlamentaria por lo que es posible que si la cosa se pone fea salga Rajoy a quitar los muebles del fuego.

Tampoco serán demasiados los muebles. Es una moción perdida de antemano. Para ganarla Iglesias necesitaría 176 apoyos y solo cuenta con 82. Enfrente el grupo formado por el PP y Ciudadanos y el PSOE cómodamente instalado en la abstención. En principio nada debería de cambiar, pero el objetivo de la moción no era ese, era viajar en el tiempo y traerse al presente dos talismanes ya perdidos. El primero sería resucitar el interés por la política en el común. El segundo recuperar la figura de Pablo Iglesias como gran esperanza coletuda de la regeneración. En cierto modo quieren revivir a un muerto lo que no parece tan claro es que lo consigan. Pero todo es posible, incluso que Soraya intervenga en el Congreso sin leer un papel.

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1 Comment

  1. Pablo desea desesperadamente ser el mandamás. Para ello necesitaría muchos votos o muchos aliados en el parlamento. La moción de hoy son tres gritos en el lugar menos apropiado. Un desgarrado aullido interior que suplica «quiero mandar», un impotente y atónito quejido al contar diputados «por qué no me votáis todos» y un acusador y recriminante exabrupto a los otros parlamentarios «os pesará el no doblegaros». Mañana le seguirán faltando apoyos, votos y además le faltará tila.
    Un cordial saludo.

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