
Si hace dos días nos hubiesen preguntado por Quim Torra probablemente les hubiésemos dicho que se trata de un jugador del Nástic de Tarragona o del presidente de la colla castellera de Villafranca del Penedés. Nadie tenía ni la más remota idea de quien era. Sólo la Guardia Civil y ni siquiera le había dado importancia. Los periódicos se han apresurado a dar someros perfiles biográficos sobre el personaje, tan someros que apenas aciertan a decir que nació en Blanes en 1962 y que es autor de unos tuits nauseabundos hace unos años.
Pero lo cierto es que no hay mucho más. El tal Quim Torra es un digno heredero de Puigdemont hasta en lo plomizo de su currículum. Fue vendedor de seguros en la empresa Winterthur hasta los 45 años. Allí hizo carrera, llegó a ser un ejecutivo y le enviaron a la oficina central en Suiza. Entonces, probablemente a causa del aburrimiento, tuvo una iluminación, regresó a Barcelona y se hizo independentista. Esto sucedió en 2007. Nada que ver con Artur Mas o con el propio Puigdemont, a quienes no se les conoce más trabajo que el de revolotear en torno y dentro de la Generalidad.
Una vez en Barcelona fundó una editorial llamada A Contravent, dedicada en exclusiva a publicar textos independentistas. Buen ojo tuvo porque fue entonces cuando empezó la verbena y llovían los dineros para alentar la causa. La editorial le llevó de cabeza al activismo político lo que le permitió enchufarse al presupuesto. Lo hizo como director del Centro Cultural del Borne cuando Xavier Trias era alcalde.
La sede del Centro Cultural del Borne es un soberbio edificio de hierro del siglo XIX en el casco histórico de Barcelona que restauraron hace unos años. Tras ello, practicaron unas excavaciones arqueológicas para llegar hasta la Barcelona de los siglos XVII-XVIII. Aparecieron las calles del Barrio de la Ribera, sobre las que posteriormente se había construido. Nada especial, no son las ruinas de la Tebas de Amenofis III. Si al centro de cualquier ciudad española le metemos la piqueta al poco aflora el pasado, más aún si es reciente y sólo hay que descender un nivel.
El hecho es que Torra, un tipo culto y perseverante, convirtió aquello en una especie de Ramesseum del independentismo, cosa que sigue siendo hoy en día. Con motivo de su inauguración llegó a decir que aquello era la «zona cero de los catalanes«, que ya hay que ser malvado y ridículo a partes iguales. Torra, por lo demás, es aficionado a este tipo de expansiones, especialmente en Twitter. Leyendo sus tuits más celebrados uno no sabe muy bien si le mueve más el odio a España (una España que sólo habita en su cabeza) o el amor a la independencia de Cataluña.
En uno dice: «los españoles sólo saben expoliar«. Pues para ser lo único que sabemos hacer con Cataluña hemos sido un desastre porque lleva más de cien años siendo la región más próspera del país, al menos hasta que llegaron los suyos al Gobierno regional y empezó a serlo Madrid. En otro se despacha con un «vamos en coches particulares y nos lo pagamos todo«, En Madrid, como todo el mundo sabe, vamos en patinete y de pagar nada, a la que se descuida el tendero lo birlamos. En otro, refiriéndose a los votantes del PSC dice: «pobres, hablan el español como los españoles» Podrían intentar hablarlo como los chinos, pero sería un esfuerzo absurdo. Lo normal es que todos en Cataluña, incluidos sus paisanos de Blanes, hablen el español como españoles. Tal vez él cuando lo habla pone acento argentino, una incógnita que pronto se despejará.
Se mete también en cuestiones lingüísticas. En un tuit se lamentaba porque, según él, «vergüenza es una palabra que los españoles hace años que han eliminado de su vocabulario«. Tampoco nos serviría de nada porque nos sobran los sinónimos. Si eliminamos vergüenza siempre nos quedará rubor, sofoco, embarazo, pundonor y unas cuantas más, todas aplicables al bochorno que uno siente cuando lee los tuits de este hombre. Tiene una fijación tal con «los españoles» que sería una mina para la tesis de un estudiante de psiquiatría.
El problema es que este tipo no es un voluntario para estudios clínicos, sino el próximo presidente de la Generalidad. Lo es más por el monumental dedazo puigdemontesco que por méritos propios, pero méritos también ha hecho. Los dos principales son no estar encausado y profesar una fidelidad perruna por el líder supremo. Lo primero podría estarlo tan pronto como se salte la ley. Lo suyo, recordemos, va de saltarse la ley. El nacionalismo catalán hace ya tiempo que abandonó la fase del independentismo de salón. Lo segundo es un misterio. Puigdemont también llegó para calentar el sillón a Artur Mas y ahí se ha quedado. Igual no se conforma con ser el muñeco y quiere ejercer de ventrílocuo.
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Una vez comprobado que el gobierno de España no le ha declarado la guerra a los secesionistas y que va a cumplir la ley exáctamente lo mínimo necesario para no ir a la cárcel, los secesionistas se aplican a lo suyo que consiste en negar España de palabra y de obra, aunque la obra con el máximo miramiento para no ir a la cárcel. Y en este contexto el secesionista destronado, fugado y funámbulo de la entrada en prisión, ha designado a su sucesor, de currículo secesionista impecable y acreditada lealtad pedigüeña. A Joaquín le espera la misma tarea que a sus predecesores: chulear a un gobierno español chuleable, eludir la cárcel y profundizar en la discordia catalana. Veremos si tiene la habilidad precisa y si al pasar de lealtad pedigüeña a lealtad dadivosa no se pierde la lealtad y la obsequiosidad.
Un cordial saludo
Y seguimos sin analizar que, pese al espectáculo dado por los líderes del independentismo, tienen mayoría absoulta, lo cual implica un grave problema
Pero claro, quizá este análisis pasa por cuestionar nuestra monarquía cocotera, de la que muchos ven como única salida librarse el votar cualquier cosa
Sigamos diciendo que son tontos, ineptos, payasos y lo que se nos ocurra. Y mientras, con este Torra, que no es ningún mindundi y ha vapuleado a su lastimosa oposición en el Parlamento en su investidura, creo que los independentistas han encontrado un líder inteligente, culto y muy duro de pelar. Va a haber muchos problemas…
(No es defender a Torra. Por comparar, decir que Hitler era un memo o estaba loco es muy simplista, y no sirve para explicarse cómo una nación destruída en 1933 casi gana una guerra contra el resto del mundo. O al menos, la empata)