El milagro de la seda

Durante un milenio y medio existió una ruta estable de comercio entre oriente y occidente. Apareció en torno al siglo II aC y fue desvaneciéndose a lo largo del siglo XVI dC cuando las rutas marítimas abiertas por los europeos permitieron transportar grandes cantidades de bienes de un extremo a otro del continente euroasiático. A esta ruta terrestre se la denominó posteriormente «ruta de la seda» porque era la seda la mercancía más valiosa que transportaban sus caravanas.

Recorría varios miles de kilómetros. Nacía en las populosas urbes de la China oriental e iba a morir a Constantinopla, desde donde todas las mercaderías se distribuían por Europa y el norte de África. Por la ruta de la seda transitaban las mercancías, pero también las personas que las llevaban con sus costumbres, sus creencias y sus ideas. Sirvió para que religiones como el budismo o el cristianismo se extendiesen por Eurasia. Sirvió también para que nuevas tecnologías y especies vegetales y animales pasasen de un lado al otro de esta gran masa continental.

Constituyó, en suma, un inmenso y duradero puente terrestre, la primera y más famosa de las grandes rutas comerciales. Hoy en La ContraHistoria vamos a desentrañar sus secretos.

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